Apuntes

Apuntes para una Nueva Educación

RELATOS EN PRIMERA PERSONA

Del distanciamiento físico al vínculo virtual (2021)

Debido a la pandemia que estamos atravesando, la población de nuestra provincia (y de todo el país) se encuentra transitando un distanciamiento social, preventivo y obligatorio. La educación, como parte de la sociedad, no es ajena a esta problemática, motivo por el cual tampoco hay actividades presenciales en las escuelas. 

Este escenario, nos propuso pensar, investigar y encontrar nuevas formas de acercarnos a alumnas y alumnos, llegar desde nuestros hogares a los suyos; y también encontrar nuevas maneras de comunicación entre educadoras y educadores.

Armamos y enviamos, por el correo electrónico de la escuela, un documento de texto con diferentes propuestas de actividades, cuando creíamos que la suspensión de clases en las escuelas duraría solo unas semanas. Priorizamos que las mismas centren su atención en el valor y el cuidado de la salud; incluyendo prácticas de alimentación saludable, el cuidado del cuerpo, actividades de relajación, de movimiento, manualidades y experimentos. Para la elaboración, partimos de los intereses que surgieron de niñas y niños en los primeros días de clases, para que la propuesta fuera una continuidad en su desarrollo y en la forma de vivir la escuela, teniendo como eje la libertad, posibilitando que cada quién haga un recorrido por sus intereses, a su tiempo y acompañando también las necesidades.

Recibimos respuestas de muchas familias diciendo que les fue útil la propuesta, pero aún sentíamos que faltaba algo que nos vincule de una manera cercana. Comenzamos la tarea de organizarnos, mantener un contacto fluido y diario con las familias, a través de un grupo en Facebook, ya que, en general, pertenecen a una generación que aún utiliza con frecuencia esta red social como forma de comunicación. En las publicaciones, abordamos diferentes temáticas, como salud, alimentación, actividades recreativas, lúdicas, manuales y físicas. Las familias pueden interactuar en las publicaciones a través de los comentarios y compartir imágenes o relatos sobre cómo están viviendo estos días, si están realizando alguna actividad, jugando, descansando, etc. A la par armamos grupos de WhatsApp con las familias de cada grupo de Inicial y Primaria, para comunicar, compartir información y también atender las consultas.

En los primeros contactos nos dimos cuenta de que también era necesario escucharnos y vernos, más allá de fotos y palabras, y comenzamos a realizar video-encuentros con las familias, niñas y niños. Allí descubrimos que esta herramienta era muy necesaria, notamos la alegría que produjo en niños y niñas el encuentro con sus maestras y pares. Establecer un contacto más directo con los hogares, nos permitió conocer más sobre la vida de cada familia. Niñas y niños pudieron mostrar sus juguetes, dibujos y espacios de su casa, presentaron a algunos de sus familiares y los animales con los que conviven.

Recientemente, el grupo de los más grandes de la primaria (Grupo 4) comenzó a usar la plataforma Classroom de Google para realizar actividades. En la primera videollamada, educadores explicaron y mostraron cómo es la plataforma, paso a paso y sus funciones. 

En estos tiempos, consideramos esencial el contacto virtual con las familias, niñas y niños, es por eso que, continuamente, estamos buscando alternativas para mantenernos vinculados y sentirnos, un poco más cerca, presentes. Estamos disponibles para comunicarnos y acompañar lo que suceda en cada familia, ya que, cada una vive una realidad diferente. Es por eso que llevamos una asistencia diaria, teniendo en cuenta la participación de las niñas, niños y las familias, en un sentido de vincular, de acompañar. Además, nos comunicamos telefónicamente con aquellas familias que aún no participan en las redes para que nos transmitan sus necesidades y realidades.

Estamos aprendiendo a manejarnos en el mundo que hoy nos toca vivir, con el convencimiento puesto en que esta situación nos ayudará a adquirir diferentes tipos de herramientas y nuevas maneras de vincularnos, que seguirán siendo de utilidad en el futuro.

"Esa sensación de estar en el hogar"

Por Florencia Soler, educadora de La Cecilia
 
La Escuela de la Nueva Cultura “La Cecilia” fue fundada hace más de veinte años (en 1991) por Ginés del Castillo y su esposa Nancy Giudici, acompañados por algunas familias interesadas en dar a sus hijos una educación diferente. En la actualidad, la escuela está formada por un equipo de conducción y educadores interesados en seguir indagando y viviendo la filosofía que dio origen al espacio, a la vez que contagiar esas ganas de vivir la educación desde otro lugar, introduciendo cambios en el sistema oficial o ayudando a nuevas experiencias que emergen en distintas partes del país.
La Cecilia es un bello lugar, tanto desde lo visual -con una verde extensión de campo rodeando las aulas en forma de casitas- como en lo interior. Si bien se trata de una escuela autorizada legalmente, yo diría que su práctica y sus objetivos exceden por mucho la mera palabra “escuela”. En base a mi experiencia, puedo decir que resulta imposible estar ahí como si fuese un “trabajo”, un trabajo cualquiera, un trabajo más. Cada cosa que sucede te intercepta, te cuestiona, te muestra desde otro lugar la educación y la vida, en un ambiente amigable y “desestructurado” -según lo expresan algunos- pero con un orden perfecto que se mantiene implícito en el transcurrir de la vida escolar. El espacio invita a que cada uno lo haga propio; genera esa sensación de estar en el hogar, o de hacer de él un hogar, una parte fundamental de nuestras vidas. Es ese lugar al que llegamos sin saber que lo buscábamos.
Alcanza como muestra de todo ello la entrevista de trabajo que me permitió iniciar mi actividad en La Cecilia, allá por los meses finales del año 2011. Desde un comienzo, todo se mostró muy distinto a lo que mi cabeza podía imaginar que sería una “entrevista de trabajo”. Ginés me hizo algunas preguntas, de las cuales la más desconcertante creo que fue: ¿Qué te gustaba hacer a los ocho o nueve años? No recuerdo bien qué respondí; pudo haber sido algo relacionado con dibujar o bordar, y sobre todo, con la hermosa sensación de tener ocho años, cosa que a los nueve me hizo seguir diciendo que aún tenía ocho.
 
CÓMO LO QUE EMPIEZA…
La primer propuesta en la que participé consistía en un taller de un mes de duración con chicos de secundaria divididos en grupos que llamamos “socio-afectivos”; es decir, grupos de chicos con edades y afinidades cercanas. Yo debía saber que los estudiantes no estarían obligados a ir a mi clase -así como a ninguna otra-, y que podían elegir hacer o no las actividades; el solo hecho de ingresar al taller no los hacía cautivos, es decir: no estaban obligados a permanecer si no les interesaba la propuesta.
Una experiencia que recuerdo en particular de ese taller tuvo lugar con los estudiantes más grandes, del grupo 8 (4to y 5to año de la secundaria). La percepción inicial que tuve al ingresar a la sala fue que los cinco chicos que me esperaban eran realmente grandes; ¿o fue la pequeñez que sentí ante ellos?… La idea era hacer un “clínica de dibujo”, en la cual aquellos que ya dibujaban podrían mostrar sus producciones, a la vez que consultar y aprender un poco más sobre formas, técnicas y estilos. El escenario inicial que yo me imaginaba era muy claro: entrar, presentarme, proponerles la actividad que realizarían, atendiendo a las consultas o preguntas que fueran necesarias… Sin embargo, lo que sucedió fue completamente distinto a eso: Creo no haber llegado siquiera a presentarme, cuando uno de los estudiantes me interceptó proponiendo que en el taller se trabajara la figura humana. Tardé unos instantes en reaccionar, en darme cuenta que ellos ya tenían una buena propuesta para la primera clase; enseguida estábamos analizando las proporciones de la figura y viendo cómo dibujarla…
Al terminar el año, llegó también el final de mi experiencia docente en La Cecilia. Yo no lograba ver con claridad cuál podía ser mi oportunidad para continuar trabajando en la Escuela. ¿Había sido sólo una corta y linda experiencia? Mi despedida llegó en la última reunión plenaria del año, a la que fui como invitada. Ese parecía ser mi último recuerdo de aquel año en relación a la escuela. Pero, al momento de escribir este artículo, busqué entre mis correos electrónicos de aquel momento y di con uno de diciembre de ese año, en el que Ginés hablaba sobre mi experiencia en la Escuela y me enviaba los principios de La Cecilia. ¿Por qué me compartía aquel material si es que yo no continuaría trabajando en la Escuela?
 
…NO TERMINA, ¡CONTINÚA!
 
Al siguiente año, a unas pocas semanas de comenzar las clases y para mi total sorpresa, recibí una llamada de la Escuela La Cecilia convocándome a dictar la asignatura de Educación Plástica en el nivel secundario. Al iniciar, todo parecía muy similar a aquella primera experiencia de taller: Pasaba de aula en aula, de módulo en módulo, de grupo en grupo, y me encontraba esperando a que los estudiantes entraran a la sala o pasaran por las galerías; muchas veces estaba sola en la inmensidad del lugar. En algunos casos, los jóvenes habían sido aconsejados de asistir a las primeras clases del taller para “ver de qué se trata”; yo intentaba aprovechar esos momentos para charlar un poco y proponerles algunas actividades; sin embargo, el interés no se mantenía en el tiempo…
Promediando ese año, se tomó la decisión de volver a implementar -como se había hecho en ciclos anteriores- la modalidad de un día específico (los jueves) a los talleres -Plástica, Música, Educación Física, Teatro-. Como estos espacios transcurrirían en simultáneo, los alumnos podrían optar por ordenar sus jueves yendo a las distintas actividades o permaneciendo todo el día en uno de los talleres.
Recuerdo que mi Taller de Plástica ocupaba el aula 8, una casita roja al fondo de la Escuela, con ventanas a los lados. La primera clase en ese lugar fue bastante particular, fuera de lo corriente. Al salir del “Silencio” (reunión que se realiza al empezar cada día en el SUM -Salón de Usos Múltiples- donde todos los alumnos y educadores permanecen sentados 15 minutos en silencio) atravesé el campo hasta llegar a mi aula; mientras caminaba no vi a nadie en la puerta o en sus alrededores. Al llegar, encontré a una niña de primaria, con su carpeta y sus materiales. Cruzamos algunas palabras al entrar. La niña me contó que el día anterior Ginés les había dicho que trajeran todos los materiales con los que cada uno pensaba trabajar en el taller elegido; no sólo eso: la niña había traído también una idea ya pensada para la actividad en la que quería trabajar durante la clase. “Ah, qué bien”, dije yo para mis adentros. Ella, sin demorarse más, sacó todos sus materiales y comenzó a realizar la actividad mencionada. La verdad es que me quedé absorta durante toda la hora, mirando cómo la niña desarrollaba su propia tarea. En todo ese tiempo nadie más apareció ni se asomó a nuestro aula; parecia ser la única casita que quedaba en el mundo, como si nada hubiese a su alrededor. Ahí estaba esta pequeña, esta única alumna, mientras en mi cabeza se aparecían todos los interrogantes posibles: ¿Por qué tenía que estar yo ahí? ¿Qué debía hacer? ¿Qué me habían enseñado al respecto? ¿Cuál era mi idea de un profesor, según mi experiencia de alumna, o de la películas o libros?… No le encontraba explicación alguna a la situación. Mi experiencia en la condición de alumna tenía que ver con recibir al profesor que entraba y daba la consigna, la cual los alumnos debíamos hacer sin más. El mayor diálogo que se podía entablar con el profesor surgía al presentarse alguna duda. Viendo desde esta perspectiva la escena de mi Taller de Plástica en la casita 8 de la Escuela La Cecilia, no había ninguna razón que justificara mi presencia y permanencia en el aula. Sin embargo… me quedé. Me quedé a vivir esta nueva e inexplicable experiencia.
Ese mismo año me trasladé a otra sala a la que fueron acercándose más alumnos. Preparaba por lo menos tres actividades (mayormente técnicas) por jueves, pero en general los alumnos proponían otras o se iban interesando en algo en particular, decidiendo sobre la marcha el tiempo que duraría cada ejercicio y el nivel de profundidad con el que los abordaríamos. La asistencia de algunos era más constante que la de otros; había muchos que venían -como aquella primera niña- con la idea de hacer algo puntual pero sin saber cómo; otros, más curiosos, querían saber qué era “lo que se hacía en Plástica”. Así, la propuesta se amplió mucho, abordando distintas áreas dentro del arte: no sólo dibujo, sino que también escultura, confección de textiles, pintura, cerámica, etc.
Durante ese período del año, aprendí muchas cosas sobre los estudiantes; observaba especialmente cómo era su dinámica general y particular; los veía viviendo, moviéndose libremente: cómo se ayudaban los unos a los otros en un clima amistoso, cómo trabajan colaborativamente chicos de diferentes edades e intereses… Fue entonces que me di cuenta de lo que realmente quería para mi Taller de Plástica: Imaginaba un lugar donde todos pudiesen sentirse cómodos, un hogar donde se pudiese compartir y trabajar en conjunto. El aprendizaje ya no dependería exclusivamente de mi rol, sino que también se daría en relación al intercambio espontáneo entre un alumno y otro; se irían contagiando las ganas de experimentar y descubrir juntos todas las posibilidades que existen, y las que aún no, dentro del mundo del arte.
 
AL CAMPO DE AL LADO
En el año 2013, el espacio de los talleres (ahora bautizado como “el Atelier”) se trasladó al antiguo “campo de al lado”, un lugar al que se llega por un camino de árboles, pasando por el espacio de juegos del jardín. Se trata de una construcción horizontal con un portón y un cantero por delante. Su interior está cubierto de azulejos blancos, como si se tratara de un “baño gigante”. Al poco tiempo de empezar las clases, tomamos entre todos la irrefrenable decisión de arreglarlo, pintando el portón, el cantero… Poco a poco, fueron apareciendo distintas propuestas sobre las imágenes que le darían vida a esos azulejos blancos. La idea, nuevamente, era hacer del Atelier un hogar; como si se tratase de un lugar a ser vivido por un grupo de amigos que se juntan a hacer lo que http://www.lacecilia.org.ar/web/wp-content/uploads/2015/04/4–300×200.jpgles gusta, donde todos los comentarios que se puedan hacer no resultan ofensivos, sino que se los reflexiona desde el vínculo, esa amistad que permite ver y analizar cosas juntos. Charlamos mucho sobre las relaciones de grupo, la intención dentro de la actividad artística, y nuestra identificación con aquello que producimos.
 A la vez, se fueron ampliando los espacios y creció la concurrencia al taller. Fuimos formando entre todos un espacio donde podían convivir las propuestas de los alumnos, incorporando iniciativas que se publicaban previamente en un grupo en Facebook y vía mail. Estas actividades se ordenaban durante el día de forma distinta según cada chico; iban variando, descartándose algunas o profundizando un poco más en otras.
 
VIVIR EL HOGAR
Recuerdo que al cabo de mi primer experiencia en La Cecilia, mis inquietudes hacia el equipo de conducción tenían que ver con “saber más sobre la filosofía de la Escuela y cómo funciona”, solicitando que se me compartan documentos donde esa filosofía apareciese explicitada. Sin embargo, al año siguiente, cuando me hice cargo del Taller de Plástica, creo que prioricé conocer y descubrir la dinámica propia que tenía la vida allí. Quería saberlo todo, pero no en forma de concepto, de idea, de texto escrito. Quería -y así me lo propuse- ver en acción la filosofía del espacio, respirar ese aire y desentrañar cómo en cada cosa que allí sucedía estaba el centro, el corazón, la estaca inamovible a partir de la cual todo alrededor se ordenaba. En el ambiente mismo de la Escuela existe un orden y una armonía que están dados por esa dinámica según la cual no importa de qué estemos hablando: siempre hablamos “de lo mismo”; ese sentirse en un hogar, y si uno está en el hogar, hay respeto, hay afecto, hay confianza y se puede hablar sin miedo. Cada situación dentro de la Escuela invita a indagar sobre qué nos pasa con esa misma situación, cómo nos hace sentir, cómo actuamos en relación a lo que pasa, cómo interfieren los condicionamientos en nuestras vidas, impidiéndonos ver el presente teñido de pasado, y cómo vamos oscilando en cada situación entre lo que nos gusta y queremos que se repita y lo que no nos gusta y evitamos constantemente.
 
ESTAR EN EL HOGAR, CONSTRUYE EL HOGAR 
El hogar no es una creación del sentimentalismo, 
es una creación surgida de un hecho
‑el hecho de que me siento en el hogar.
Vale decir que soy libre, que soy responsable, que soy afectivo.
La total responsabilidad es el sentimiento de estar en el hogar.
 
Jiddu Krishanmurti -“Los principios del aprender”
 
El relato de mi experiencia, aún joven e inquieta, al interior de esta escuela, finaliza con una breve anécdota que sucedió hace apenas unos días y que demuestra -por lo menos a mí me lo demuestra- que la vida en La Cecilia es sorprendente. Resulta que, durante un descanso al mediodía, cuando todos los chicos se estaban yendo a almorzar, y mientras yo anotaba la asistencia, entró a mi salón un chico. Se sentó exactamente frente a mí y me dijo: “Estoy acá, eso no pasa muy seguido. Aprovechá y enseñame algo. ¿Qué me podés enseñar ahora?” Me quedé mirándolo unos instantes, porque no entendía exactamente qué me querían decir esas palabras. Pasados unos segundos, ya estábamos dibujando, explorando sobre las distintas formas que puede tener la figura humana, el rostro y sus partes. Un rato más tarde, llegaron otros alumnos que se unieron a la actividad y que, pese a expresar continuamente que no les gustaba dibujar, terminaron siendo cinco o seis personas con las que compartimos un momento amistoso donde unos participaban activamente, otros observaban y opinaban, y juntos veíamos cómo se construyen las formas, qué nos ocurre cuando queremos dibujar algo, qué pasa si “no nos sale”, qué variantes nos ofrecen los trazos, las formas, las figuras…
 
Creo que ese “sentimiento de hogar” no ocurre sólo en mí, sino que está presente en todo, o más bien, en cada cosa que ocurre, en la responsabilidad, el afecto, la confianza: en ese creer que, de todo lo que sucede, somos parte.

Carta Egresada

Por Antonella Bellafronte, egresada 2019

Recuerdo la primera vez que fuimos a llevar los papeles con mi madre para cambiarme de colegio, que nos recibió el director Ginés, nos comentó de cómo era el colegio. Me aceptó, yo media enojada con mi madre porque sabía que de toda forma me iba a cambiar, Al empezar las clases en el 2014 llegue. Era obvio que media enojada porque sabía que iban a ser cambios pero no sabía que esos cambios serían los mejores que me iba a pasar. Me recibió Fernando y Flor me saludaron yo con cara de mala me fui hasta el salón donde teníamos que sacarnos las zapas y entrar para hacer silencio por 15 minutos. Yo a todo esto no entendía nada jajaja Pero al pasar los días fui entendiendo todo de cómo era el colegio, que podías elegir qué estudiar, en el día. Hice amigos que son parte muy importante para mi. Era mi grupo y yo feliz, ya me había incorporado muy bien, seguía pasando los días, meses y años… Yo feliz de esa libertad que te daban, no voy a decir que no tenía algunas peleas con profes jajaja porque yo soy muy sincera y voy al frente Con la que más discutía era con Paula nuestra directora pero ahora es a la que más aprecio Pues gracias a ella cambié mucho al igual que a todos. Siempre fui feliz y ser yo misma sin temor a nada. Ahora es cuando extrañooo tanto llegar, prepararme el termo e irnos bajo de un árbol a tomar mates o a una clase. La naturaleza que tiene la escuela,  No hay que dejar pasar un día, solo disfrutarlo al máximo. Los profes que son unos genios todos.. siempre estaré feliz de haber terminado mi etapa allí

 

Carta egresada: "Les llevo en el corazón"

Por Josefina Albarracín, egresada 2019, a la comunidad educativa de La Cecilia

No soy muy buena para empezar las cartas, pero me gustaría empezar diciendo gracias. Todavía recuerdo cuando llegué a la escuela, me acuerdo perfectamente de mi primer día. Tenía mucho miedo y nervios porque no entendía muy bien todo lo que tenía que hacer. Sabía que era una escuela distinta y, gracias a la entrevista que tuvimos con Ginés, sabía que no era una escuela como las demás. Pero no sabía cómo era. Me recuerdo expectante, llegando y no entendiendo por qué me tenía que sacar las zapatillas antes de entrar al SUM, no entendiendo por qué hacían silencio, pero imitando y, también, recuerdo haberme levantado junto con los pequeños para irme y que la seño Alicia me dijera que, como era del grupo 4, me tenía que quedar un ratito más (tuve un poco de vergüenza, debo admitirlo, jajaja). No entendía muchas materias, ¿qué era autoconocimiento? ¿qué era tutoría? ¿qué era cine? y ¿por qué había cine en una escuela?, en fin, muchas preguntas y un mundo nuevo para mí. Al principio, me resultó tan desconocido y tan liberador que tenía ganas de escapar, pero pasaron los meses y me di cuenta del cambio que se había generado, de que era escuchada, de que era valorada por quien era en realidad y a nadie le importaba qué tan buena o qué notas me sacaba en matemáticas. Tuve muchas amistades, pasé por muchas etapas de cambio y tuve muchas dudas. Pasé por una etapa que fue muy fuerte porque había perdido a uno de los pilares de mi vida, sentía que nunca me iba a recuperar, estuve muy perdida y a la deriva muchísimo tiempo. Pero, ahí siempre estuvieron ustedes, para ayudarme a crecer, para hacerme entender que a pesar de todas las situaciones tenés que seguir en pie. Era algo que había perdido pero, tengo el orgullo de decirles, que recuperé y es gracias a mí porque me di cuenta, pero también es gracias a ustedes. No sólo fueron mi escuela, fueron mi familia, fueron mis amigos, fueron lo que me ayuda y me ayudó a seguir teniendo esa niña interior y darme cuenta de que nunca debo perderla. Literalmente, fueron un antes y un después en mi vida. Les agradezco por todos los momentos y por cada cosa. Les agradezco por permitirme reconectarme con la naturaleza, por hacerme pensar y replantear todo lo que vivo y todo a mi alrededor, por darme amistades que van a durar por mucho tiempo más, les agradezco, incluso, por los retos que, si bien en su momento me dolieron y fueron algo “malo”, con el tiempo, me di cuenta y me sirvieron para forjar mi carácter, ayudarme a sanar y a aprender muchas cosas. Cada cosa que hicieron la hicieron por mi bien y les agradezco con toda mi alma. Les digo algo, nunca sientan que hacen las cosas mal o que lo que hacen no llega a ningún lado porque, aunque algunas veces les pueda parecer que los jóvenes no sienten o de alguna forma pierden el interés, les aseguro que, en algunos casos, es todo lo contrario. Ellos, seguramente, no se dan cuenta porque, lamentablemente, estamos en un sistema que nos quiere dormidos y algunos intentan amoldarse a eso. Como hablamos mil veces en autoconocimiento, hay que tener el valor y la madurez para entender que tenés que serte fiel y que, sin duda, es más fácil seguir siempre a los demás que a vos mismo, pero al hacer eso estarías perdiendo todo en lo que crees y con ello el valor para luchar. Como les dije, es lo que muchos jóvenes intentan hacer, seguir a la corriente, pero les aseguro que ustedes son ayuda para muchos de ellos y que en algún momento se van a dar cuenta de eso.

Realmente, son la institución que más se merece el título de «escuela» porque esa palabra no significa sólo números y notas, escuela es el lugar que te enseña sobre hechos de la vida y a entender que no solo hay un «yo», sino que también hay un «todos», así que, si en algún momento llegan a dudar sobre todo, miren todo lo que logran y lograron en los jóvenes y se van a dar cuenta de que están haciendo lo correcto. Para finalizar esta carta, (seguramente muy larga jajaja) quería decirles que me llevo a cada uno de ustedes en el corazón, a cada maestro que tuve y que fueron parte de todo esto. A Esteban por ayudarme a darme cuenta de lo que significa y significó siempre la música para mí, a Flor por permitirme expresarme artísticamente en cada ocasión y por ser más una amiga que una maestra, a Paula por ayudarme a volver y por escucharme en los momentos en los que sentía que me derrumbaba, a Ginés por hacerme ver un montón de cosas en mí, por sus lecciones y por mostrarme una manera diferente de ver las cosas, a Cecilia por sus enseñanzas, y a todos los maestros que tuve, por esforzarse cada día, por ver el interés de los jóvenes y marcar un pedazo de nuestras vidas. Nunca me van a alcanzar las palabras para agradecer todo. Estoy muy orgullosa de haber sido (y seguir siendo) parte de todo esto tan maravilloso, estoy segura de que si en algún momento de mi vida decido formar una familia no dudaría por un segundo en mandarlos a esta escuela que es tan importante y tan preciada para mí y también una de las decisiones que no me arrepiento de haber tomado y que elegiría mil veces más. Orgullosa les digo, gracias por todo su trabajo y su cariño en todos estos años, quiero seguir en contacto y saben que para lo que necesiten estoy aquí más que dispuesta. 

Millones de gracias. Con todo mi cariño.

 

Carta egresada: "Aprovecha tu tiempo"

Carta y exposición en Asamblea de Nazareth Bulgarella, Egresada 2019

Buenos días, para los que no me conocen soy María Nazareth Bulgarella, para los amigos, Naza.

Empecé en esta escuela a los 10 años, en 5to grado. No vengo a comentarles mi vida en la escuela, más bien vengo a mostrarles un poco cómo yo viví la escuela y un poco a recomendarles, de corazón, cómo creo yo que deberían vivirla ustedes, que les quedas más tiempo aquí.

Sé que muchos esperan este día… el último de 5to año… YO NO, yo no lo esperaba para nada, de hecho desde el primer día de clases he estado rogando para que este día NUNCA llegue. Y se estarán preguntando “¿Por qué?” Mi respuesta es muy simple: Aunque siento que le saqué mucho provecho a la escuela, necesitaría 7 años más para sacarle todo el provecho que quisiera, y, aun así, ni en 7 años aprendería todo lo que quiero aquí. Esta escuela te da la posibilidad única de elegir qué querés hacer realmente con tu vida. Y es algo de lo que hoy disfruto gracias a no haber perdido el tiempo, porque, aunque no lo creas, en esta escuela no se lo pierde.

El tiempo es más valioso que el oro porque somos seres mortales, vamos a morir y lo sabemos, por eso tenemos que utilizarlo bien y se estarán preguntando ¿Qué sería utilizar bien mi tiempo?

Por ejemplo: Un chico estudia música, es buenísimo con algún instrumento y quiere dedicarse a eso. Bien! él usa su tiempo como debe. Con lo que él realmente quiere. Voy a ponerles un ejemplo de qué sería malgastar el tiempo: utilicemos al mismo chico: A él no le va muy bien ni en Biología, ni en Matemática, menos en Química. Y, en vez de dedicarse a la Música, va y estudia Medicina porque sus padres le han dicho que la Música es una pérdida de tiempo. Bueno, ahí sí está malgastando su tiempo. ¿Y saben por qué en esta escuela no se pierde el tiempo? Porque nadie te obliga a hacer nada y, por lo tanto, tenés la posibilidad de pensar qué es lo que te hace feliz y hacerlo un medio de vida. Y algunos dirán “yo me la pasó tirado, no hago nada”…  bueno, compañero, como no te obligan a perder tu tiempo tampoco te van a obligar a utilizarlo… vos tenés que darte cuenta de lo que estás haciendo para tu futuro… algunos se dan cuenta antes de que uno tiene que trabajar para lograr lo que uno quiere y otros se dan cuenta el último día de 5to.

Recuerdo una frase que dijo Ginés en una clase de Autoconocimiento, que me marcó muchísimo “Sueña, pero no duermas”

Tiene sentido ¿no?

Díganme una cosa, si estamos condenados a vivir, ¿por qué no aprovechar nuestra vida en lo que debemos hacer y nos hace bien?

Quisiera terminar esto pidiéndoles que dejen de creer que los directivos los odian, les aseguro que no es algo personal, al contrario de lo que piensan, les quieren mucho! Se esfuerzan cada día para señalarles las cosas que no están haciendo bien y/o que no coinciden con las prácticas de la escuela para que cada día sean mejores personas.

¡Muchas gracias por el espacio!

INICIOS DE LA ESCUELA

Algunas consideraciones sobre la autorización de una Nueva Escuela (2016)

El actual movimiento por una nueva educación es muy amplio y reúne muchas variantes, desde la educación en casa, centros de actividades extraescolares, escuelas informales, escuelas de nueva generación autorizadas por los sistemas educativos gubernamentales y hasta escuelas públicas oficiales en transformación a partir de los docentes y/o directivos.       

En esta oportunidad, nos referiremos, brevemente, a los trámites que nos permitieron tener una escuela autorizada que otorga estudios con validez oficial y títulos homologados. Esto es algo que suelen preguntarnos y puede servir de guía para otras iniciativas.

En Argentina, las Escuelas Públicas que ofrecen la educación obligatoria pueden ser de gestión oficial (del estado), de gestión privada o de gestión social. Estas últimas aún no se encuentran reglamentadas en la mayoría de las provincias.

En la Provincia de Santa Fe, las escuelas privadas dependen del Servicio Provincial de Educación Privada (SPEP) del Ministerio de Educación (ME), ante el cual deben hacerse los trámites de autorización para la apertura de nuevas escuelas.

La Ley que rige la Educación Privada en la Provincia de Santa Fe es la N° 6427/68 y su Decreto Reglamentario N° 2880/69 así como la Disposición N° 0350/94. En otras provincias existen normativas similares que se encuentran accesibles en internet y que no difieren demasiado unas de otras. Básicamente, lo que se solicita es lo siguiente:

1) Determinación del/la propietario/a:Persona de existencia visible, Sociedad Civil, Cooperativa, Sociedad Comercial, etc., que acredite antecedentes vinculados a la educación sistemática, con una antigüedad mínima equivalente al ciclo completo del nivel del establecimiento cuya autorización pretende.

2) Acreditación de solvencia moral de los solicitantes.

3) Acreditación de solvencia económica.

4) Justificación del servicio educativo que se quiere implementar mediante manifestación de razones y motivos que impulsan la iniciativa; nómina de establecimientos de igual nivel, oficiales y privados de la zona.

5) Estructura de la planta funcional con indicación de cargos.

6) Plano del local escolar, el que deberá reunir como mínimo las siguientes condiciones:

Aulas: superficie aproximada de 50 metros cuadrados, nunca inferior a un metro cuadrado por alumno.

Capacidad: 25 alumnos por aula.

Servicio Sanitarios: un WC c/30 varones o c/20 mujeres, un mingitorio c/20 varones, un lavabo c/20 varones o mujeres.

Para Nivel Inicial: Espacios sanitarios con dimensiones y artefactos adecuados a la edad de los niños: un inodoro para los primeros 15 niños y uno cada 10 niños más, un sector de piletas de tamaño y altura adecuadas a la edad de los niños y en la misma proporción que los inodoros.

Área de recreación: patios abiertos de recreo con una superficie pavimentada mínima de 2mts cuadrados por alumno.

7) Justificación de derecho de uso del local escolar: acompañando, según el caso, título de propiedad a nombre del/la propietario/a, contrato de comodato o contrato de locación por un plazo no inferior a 3 años.

8) Inventario: de muebles y material didáctico necesario para la enseñanza a impartir, teniendo en cuenta el proyecto educativo y la cantidad de alumnos.

9) Presupuesto: para el primer año de funcionamiento.

Nuestra escuela comenzó las actividades en 1991 con un Jardín de Infantes para niños de hasta cuatro años, con sólo dos alumnos aunque hacia mediados de año ya había unos quince. Al estar todavía fuera de la franja etaria de educación obligatoria, su funcionamiento no requería autorización del Ministerio de Educación (ME). Ese mismo año, presentamos al Servicio Provincial de Educación Privada (SPEP) el pedido de apertura de una escuela con una sección de Pre escolar para el año siguiente. Estos trámites se deben hacer siempre antes del 30 de junio del año anterior al de pedido de autorización

Hicimos la presentación de la documentación que nos solicitaban y en los Fundamentos declaramos nuestra visión y propósitos tal como lo veíamos en aquellos años . Si bien esa declaración sugería que nuestra escuela no se iba a atener a los moldes convencionales, se requirió la apertura de una escuela común ya que pensamos que pretender abrir una experiencia educativa nos llevaría a transitar por mayores dificultades.

En aquel momento, se desempeñaba como Ministro de Educación, el Dr. Ricardo Kaufmann, quien se mantuvo en su cargo sólo tres o cuatro meses, tiempo suficiente para autorizar nuestra escuela, que él consideraba un verdadero anticipo de lo que deberían ser las escuelas en el futuro para el desarrollo humano. Esto constituyó una contribución invalorable de lo que solemos llamar “factor suerte”, algo así como, condiciones favorables imposibles de determinar con anticipación. Sin atribuirle a la suerte ni un carácter mágico ni de azar, sino más bien aristotélico, consideramos que todos los proyectos exitosos deben encontrarse con algunas circunstancias favorables, unidas a la determinación y esfuerzo personal, para salir adelante.

Así, iniciamos la Escuela de Nivel Inicial N° 385 en el año 1992, con alrededor de veinte alumnos de dos a cinco años.

Cuando solicitamos la apertura de una sección de primer grado de primaria para el año siguiente, nos dijeron que debíamos pedir la autorización de una nueva escuela, esta vez, de educación primaria ya que la que teníamos era de nivel inicial. Nuevamente, presentamos toda la documentación requerida, sin embargo, se nos negó la apertura, aduciendo que la matrícula no se ajustaba a la reglamentación que establece un mínimo de veinte alumnos por sección, mientras que nuestra intención era funcionar con no más de diez por maestro. En la actualidad, se resolvió este diferendo al constituirnos como escuela rural, lo cual nos habilita a funcionar con secciones múltiples. En aquella oportunidad, fue necesario recurrir a la Defensoría del Pueblo y al apoyo de Organizaciones No Gubernamentales del ámbito de la ecología y la salud con las cuales teníamos sólidas relaciones.

De esta manera, comenzó a funcionar la Escuela de Educación Primaria Autorizada N° 1385, haciéndose retroactiva su autorización al ciclo 1992.

Más tarde, se hizo necesario abrir el Tercer Ciclo de la Educación General Básica, dentro de lo que constituyó una de las Reformas Educativas que nos correspondió atravesar.

En el año 2001, tuvimos que volver a tramitar la apertura de una escuela, esta vez, de educación Polimodal, cuya autorización fue rechazada inicialmente, pero que, finalmente, logramos. Una constante en todos estos trámites es “no aceptar nunca un no por respuesta”. De esta manera, nace la Escuela de Educación Polimodal Autorizada N° 3116 que años más tarde se convertiría en la Escuela de Educación Secundaria Incorporada N° 3156.

Actualmente, funcionan dos escuelas, una de Educación Primaria N° 1385 y otra de Educación Secundaria N° 3156, ambas autorizadas e incorporadas.

Que escuelas como las nuestras hayan sido autorizadas y se mantengan dentro del sistema educativo siendo tan diferentes en su funcionamiento y concepción educativa es algo que sigue asombrando a mucha gente. Por esto, recibimos permanentemente visitas de docentes y estudiantes de muchos lugares del mundo que quieren conocer esta experiencia.

Educando en valores

Las escuelas siempre han pretendido imponer o inculcar determinados valores a los estudiantes aunque éstos hayan tenido cambios en el tiempo. Hoy hay valores que se consideran eternos y absolutos mientras que hay otros relacionados al contexto, a la época y al lugar en que se vive, a la cultura.

Hay quienes opinan que, actualmente, no se enseñan valores pero, en definitiva, lo que se aprende es lo que ocurre en el convivir, no lo que se dice, y siempre se está en relaciones que implican valores y eso es lo que se enseña y, a veces, lo que se aprende.

Ante estos valores que la escuela sostiene en forma explícita u oculta en sus prácticas, los alumnos pueden aceptarlos o rechazarlos pero no se les concede el derecho de construirlos por sí mismos. Si los aceptan por mera obediencia, ello se convierte en un condicionamiento superficial que en cualquier momento hará crisis o se le hará trampas si no se atreven a enfrentarlo en forma directa. Si los rechazan, la escuela los castigará y marginará, de alguna manera, con la secuela de conflictos consecuente.

No se trata, simplemente, de revisar los valores que se enseñan y cambiarlos por otros según la preferencia del maestro, de los padres, de las autoridades educativas, de los gobiernos de turno o de las modas.

Si se pretende educar para que los niños y jóvenes sean personas libres, debe descartarse toda forma de condicionamiento a la par que se ayude a ver el condicionamiento instalado y el mecanismo mismo que lo genera a nivel psicológico.

Una nueva educación en valores debe permitir a los niños y jóvenes descubrirlos y/o construirlos en la vida misma, en la convivencia, para lo cual debe haber libertad y no condicionamiento. Y eso ya implica un valor importante.

Los invito a una recorrida que hace Jiddu Krishnamurti sobre este tema de los valores en el libro La Educación y el Significado de la Vida

Lo primero que un maestro debe preguntarse cuando decide qué desea enseñar, es qué exactamente entiende por enseñar. ¿Va a enseñar las asignaturas corrientes de la manera acostumbrada? ¿Quiere condicionar al alumno a que se convierte en una pieza de la maquinaria social, o quiere ayudarle a convertirse en un ser humano integrado, creador, una amenaza para los falsos valores? Y si el educador ha de ayudar al alumno a examinar y entender y los valores y las influencias que le rodean, y de las cuales forma parte, ¿no debe el maestro comprenderlos también? Si uno es ciego, ¿podrá ayudar a los demás a cruzar a la otra orilla?

¿Cómo podemos enseñarles a los niños que no busquen seguridad personal si nosotros mismos estamos persiguiéndola? ¿Qué esperanza hay para el niño si nosotros, que somos los padres y los maestros, no somos enteramente vulnerables a la vida, si levantamos paredes a nuestro alrededor para protegernos? Para descubrir la verdadera significación de esta lucha por la seguridad, que causa tal caos en el mundo, debemos empezar a despertar nuestra propia inteligencia, dándonos cuenta de nuestros procesos psicológicos; debemos empezar cuestionando todos los valores que ahora nos aprisionan.

No debemos continuar ajustándonos impensadamente a los patrones en que eventualmente hemos sido educados. ¿Cómo puede haber armonía en el individuo, y por lo tanto en la sociedad, si no nos entendemos a nosotros mismos? A menos que el educador se comprenda a sí mismo, a menos que vea sus propias reacciones condicionadas y comience a libertarse de los valores existentes, ¿cómo es posible que despierte la inteligencia del niño? Y si no pude despertar la inteligencia del niño, ¿cuál es su función entonces?

El niño está influenciado por la gente y las cosas que lo rodean, y el verdadero educador debe ayudarle a descubrir esas influencias y su verdadero mérito. Los valores verdaderos no se descubren por la autoridad de la sociedad ni de la tradición; sólo la reflexión individual puede revelarlos.

Si uno entiende todo esto profundamente, estimulará al alumno desde el principio a despertar su comprensión de los valores sociales e individuales del presente. Lo estimulará a que escudriñe no un grupo determinado de valores, sino el verdadero valor de todas las cosas. Le ayudará a no tener miedo, que es sentirse libre de todo dominio, ya sea del maestro, de la familia o de la sociedad, de manera que pueda florecer como individuo en amor y bondad. Al orientar al alumno hacia la libertad, el educador está también cambiando sus propios valores; él también comienza a sentirse libre del “mí” y de lo “mío”, él también florece en amor y bondad. Este proceso de educación mutua crea una relación completamente diferente entre el maestro y el alumno.

Otra función de la educación es crear nuevos valores. Implantar únicamente en la mente del niño valores ya existentes para moldearlo conforma a ciertos ideales, es condicionarlo sin despertar su inteligencia.

El verdadero educador, viendo la naturaleza interna de la libertad, ayuda a cada alumno individualmente a observar y a comprender los valores e imposiciones que son proyección de sí mismo; lo ayuda a estar alerta a las influencias condicionadas que lo rodean, y a sus propios deseos, factores ambos que limitan su mente y engendran temor; lo ayuda según va haciéndose hombre, a observarse y comprenderse en relación con todas las cosas, porque es el ansia de la realización del yo, lo que trae conflictos y tristezas interminables.

Indudablemente que es posible ayudar al individuo a percibir los valores perdurables de la vida, sin condicionamiento. Algunos dirán que este desarrollo total del individuo ha de conducir al caos; pero, ¿será así?

Ya existe la confusión en el mundo, y esta confusión ha surgido por no haber educado al individuo a comprenderse a sí mismo. Al mismo tiempo que se le ha dado un poco de libertad superficial, también se le ha enseñado a amoldarse, a aceptar los valores existentes.

Contra esta regimentación muchos se rebelan; pero desgraciadamente su rebelión es una simple reacción egoísta, que obscurece aún más nuestra experiencia. El verdadero educador, alerta a la tendencia de la mente hacia la reacción, ayuda al alumno a alterar los valores del presente, no como reacción contra ellos, sino a través de su comprensión del proceso total de la vida. La plena cooperación entre los hombres, no es posible sin la integración que la verdadera educación puede ayudar a despertar en el individuo.

Sólo estimulando al niño a que cuestione el libro, cualquiera que sea, a que investigue la validez de los valores sociales existentes, de las tradiciones, de las formas de gobierno, de las creencias religiosas, etc., pueden los educadores y los padres de familia tener la esperanza de despertar y mantener la comprensión crítica y la profunda intuición del niño.

Introducción a La Cecilia

La Escuela de la Nueva Cultura “La Cecilia” es una escuela de educación inicial, primaria y secundaria ubicada en una zona rural de la localidad de Monte Vera, cercana a la ciudad de Santa Fe, en la República Argentina.

Inicia sus actividades en el año 1991 por iniciativa del matrimonio de Ginés del Castillo y Nancy Cecilia Giudici en una finca de su propiedad.

Se trata de una Escuela Pública de Gestión Privada autorizada por el Ministerio de Educación de la Provincia de Santa Fe. Esto constituye un hecho relevante ya que no es frecuente que sean autorizados y se mantengan vigentes modelos educativos como éste, que rompen con los tradicionales.

Es una escuela de funcionamiento democrático, inspirada en las escuelas Krishnamurti de Inglaterra (Brockwood Park), E.E.U.U. (Oak Grove) e India (Rishi Valley, Radjat, etc.). Tiene como propósito central educar en libertad, sin condicionar a los niños y ayudándolos a ver el condicionamiento ya instalado en cada uno de modo que puedan liberarse de la actividad egocéntrica y dar lugar a una verdadera revolución psicológica que los ponga frente a la verdadera situación existencial sin filtros ni intermediarios.

Se presenta como una escuela “pequeña por diseño” donde actualmente asisten unos cien alumnos de ambos sexos, entre los tres y los dieciocho años.

Los espacios descentralizados, diseñados especialmente bajo esta concepción educativa, se distribuyen en un predio de 40.000 m2 parquizados que permiten un diario contacto con la naturaleza junto a la utilización de las modernas tecnologías.

“La Cecilia” se ha constituido en un referente no sólo de lo que puede ser una educación de “nueva generación” sino también de lo que puede significar la autogestión comunitaria en la construcción de un mundo mejor.

Actualmente, “La Cecilia” colabora con las iniciativas de “educación en casa”, surgimiento de nuevas escuelas alternativas, así como con la transformación del Sistema Educativo Oficial, en todas las maneras que están a su alcance.

Sobre los primeros tiempos en una escuela libre/democrática

Desde una escuela democrática/libre de Polonia, recién iniciada, nos hacen algunas consultas cuyas respuestas queremos compartir ya que pensamos que pueden ser de utilidad para otros emprendimientos, no como una receta sino como un elemento de reflexión.

Ellos están muy contentos con la escuela que han iniciado pero tienen dudas sobre algunas cuestiones y nos piden nuestra opinión, basada en nuestra propia experiencia.

Estas son las consultas que nos hacen y nuestras respuestas:

1) Caos: ¿Es algo que suele ocurrir sólo en los inicios o es algo típico que existirá siempre en las escuelas democráticas/libres?

En los inicios, puede ser natural cierto desorden y hasta “caos”. De pronto los niños se encuentran en un sistema de libertad sin las restricciones habituales y quieren probar todos los límites. Los maestros tampoco están habituados a la libertad y temen ser autoritarios y no saben cómo actuar.

Nuestra escuela, en la actualidad es muy ordenada y tranquila, con un orden natural, no estructurado. A veces ingresan alumnos nuevos y les lleva algún tiempo hasta que se habitúan al nuevo ámbito y a la auto­regulación de la conducta.

Considero que en las escuelas democráticas/libres es esperable que se instale un clima de orden natural, sin compulsión, pero también es verdad que eso lleva un tiempo.

2) Reglas: ¿Hay algunas reglas o principios de acción? ¿Cuál es vuestra experiencia en este aspecto? ¿Pueden establecer algunas pocas reglas, las principales, que sean buenas para empezar?

Los principios de acción generalmente se descubren en la práctica. En ese sentido, quizás el principio básico sea poder ver las prácticas con una mirada desprejuiciada, libre de condicionamiento, no atada al “deber ser”, a ninguna idea, y de esa manera quitar todo lo que no tenga sentido. Lo que tenga sentido ocupará su lugar cuando haya espacio.

En nuestra escuela surgieron tempranamente algunas orientaciones como:

– la libertad es estar libre del condicionamiento, ver el condicionamiento es la forma de abordar todas las situaciones que se presentan, 

– los problemas de la libertad se solucionan con mayor libertad,

– los tres cuidados: el cuidado de uno mismo, de los demás y de las cosas,

– permitir todo lo que no haya motivo para no permitir pero impedir todo lo que no pueda ser permitido (esto último, usualmente, es porque reviste un peligro)

– no escolarizar,

– etc.

Así fuimos construyendo el conocimiento colectivo sobre el orden y hasta redactamos un Reglamento Interno que se iba cambiando en todo momento adaptándolo a las circunstancias. Actualmente lo hemos reemplazado por un Manual de Procedimientos que dice cómo hacer cada cosa, de acuerdo a las recomendaciones de las ISO 9000 de control de calidad.

En nuestra escuela no hay premios ni castigos ni se alienta la competencia.

3) Limpieza: ¿Tienen algunas maneras que funciones para mantener la escuela limpia? ¿Quiénes se ocupan de la limpieza, los niños, los maestros, otros?

La limpieza es un aspecto esencial en nuestra escuela. Los niños colaboran en la misma, todos los días pero, además, tenemos padres o empleados que se ocupan de completarla.

Una parte importante de la educación es el orden y la limpieza donde cada uno es responsable, como mínimo del espacio que ocupa en sus actividades y de los públicos.

4) Seguridad: ¿Tienen alguna solución para la seguridad de los niños?

Si uno valora la seguridad, evitará las situaciones de peligro. En nuestra escuela los niños no pueden jugar con palos ni objetos cortantes, trepar a los árboles ni realizar ninguna actividad donde corran riesgos.

5) Enseñanza/aprendizaje: ¿Algún consejo? Pensamos que estamos terminando el período de desintoxicación del sistema y los niños comienzan a interesarse por conocer cosas.

En el niño pequeño no escolarizado siempre existe la curiosidad por aprender cosas y se puede trabajar con ese interés.

Cuando ya han sido escolarizados, es lógico que haya un período de tiempo en el cual el niño rechace los aprendizajes ya que los relaciona al sistema del cual viene, sin libertad y dirigista. Ese período puede durar algunos meses pero luego se va a interesar por aprender pero guiado por su interés. Querer obligar a los niños a aprender lo que no quieren, no sólo es imposible sino que puede quitarle todo interés en otros aprendizajes futuros.

En nuestra escuela se reconocen los tres derechos del aprender:

Aprender a su tiempo,  Aprender lo que quieren aprender,

No aprender lo que no quieren aprender.

6) Contacto entre adultos (maestros) y niños. ¿Consejos?

Por razones de respeto, prevención de violencia o abuso, evitamos el contacto con los niños y jóvenes aunque es inevitable y aceptable con los más pequeños. Hasta cuando debemos sujetar un niño para que no haga o se haga un daño, es preferible hacerlo tomándolo de la ropa para evitar lastimarlo.

Hay muchas ideas diferentes sobre la educación en escuelas democráticas/libres. Cada escuela pondrá sus propios propósitos en el centro de sus prácticas y la vida se organizará en torno a ellos.

Nosotros pensamos que el primer paso es escapar del viejo sistema pero que, luego, se hace necesario encontrar un sentido a lo que se hace. Quizás la palabra objetivo, o plan, no sea adecuada, pero la educación siempre tiene un propósito y eso debe ser descubierto y llevado a la práctica. Lo que nosotros colocamos en el centro, es la libertad. Y esa libertad será la llave de la comprensión existencial.